viernes, 29 de abril de 2011

El perfume de la memoria:

Miro el cielo gris y recuerdo  los ojos de mi abuela. Y cuando recuerdo sus ojos, también la escucho cantar, mientras prepara los churros con la churrera que hoy no sabe donde ha guardado (porque a sus noventa hay cosas que ha olvidado). Y luego la veo en la mesa del comedor junto a mi abuelo y nos veo a los tres comiendo berenjenas preparadas deliciosamente para mí y lo siento a mi abuelo  reir mientras me muestra  cómo toma el jugo de la ensalada de tomate y cebolla, solo para enseñarme lo que no se hace. Y entonces  me escucho diciéndole que es un barrigón mientras le hago un gesto alusivo y nos veo para siempre a los tres en un derroche de ternura.

6 comentarios:

  1. Mi abuela era una señora muy, pero muuuuy antipática. Pero cuando le hablaba a mi abuelo se ponía dulce. Él era un Angel, siempre de buen humor.

    Qué suerte que la vida nos haya regalado momentos para recordar con ternura, para revivirla.

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  2. Que bueno que puedas tener estos recuerdos, es una suerte que no todos tienen

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  3. Emma, los he disfrutado mucho, sin dudas.

    Malena, la memoria tiene estos regalos.No solo pincha.Parece que somos afortunadas.

    Mario, es muy cierto.Tengo suerte.

    Los abrazo

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  4. Qué bueno! Tus abuelos, evocaron a los míos. Gracias por este instante.
    Che, qué lindo escribis, eh?

    Beso grande.

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  5. el jugo del tomate con pancito... mi abuelo hacia una salsa con perejil picado ultrafino y huevo duro, para acopañar el asado frio del domingo al mediodia.(no habia microhondas jajajaj)
    Julia M

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Un lugar en el mundo muy hermoso (el lugar, no el mundo)

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