lunes, 14 de marzo de 2011

como si el mundo fuese una rosa cruda

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Sólo estas palabras, rosas silvestres, ya me hacen aspirar el aire
como si el mundo fuese una rosa cruda.
Tengo una amiga que me manda de vez en cuando rosas silvestres.
Y su perfume, mi Dios, me da ánimo para respirar y vivir.
Las rosas silvestres tienen un misterio de los más extraños y delicados:
a medida que envejecen, perfuman más. Cuando están por morir, ya ajadas,
el perfume se vuelve fuerte y dulzón, y recuerda las perfumadas noches de luna de Recife.
Cuando finalmente mueren, cuando están muertas, muertas,ahí entonces,
como una flor renacida en la cuna de la tierra, es cuando el perfume
que exhala de ellas me embriaga. Están muertas, feas, en lugar de blancas
se ven amarronadas. Pero ¿ cómo tirarlas si,incluso muertas, tienen el alma viva?
Resolví la situación de las rosas silvestres muertas, despetalándolas y esparciendo
sus pétalos en mi cajón de ropa…
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Clarice Lispector
Rosas Silvestres
De Revelación de un mundo

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Un lugar en el mundo muy hermoso (el lugar, no el mundo)

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